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Academias de coding en Latinoamérica: desafíos y oportunidades

El avance tecnológico de la humanidad está alcanzando niveles de aceleración nunca antes vistos y no muestra señas de parar. Hoy cualquier tipo de proceso, desde sembrar un campo a diseñar una prenda de vestir está atravesado por una computadora. Esta presencia creciente de la inteligencia artificial es una de las pocas certezas que tenemos sobre nuestro futuro como especie. Frente a este escenario, la necesidad de contar con profesionales en tecnología y programación nunca fue tan grande. Como consecuencia, las academias de coding crecen a pasos agigantados y trabajan contrarreloj para satisfacer este déficit. En este artículo analizaremos este fenómeno y las posibilidades que le presenta a Latinoamérica como región. También consultaremos a referentes de distintas academias de programación del continente para entender su rol, oportunidades y desafíos.

Una necesidad mundial

Hoy existen en nuestro planeta aproximadamente 26.9 millones de desarrolladores de software según un estudio de Evans Data Corporation. Aunque este número ha crecido un impresionante 14% en el último año, aún está muy lejos de satisfacer la necesidad global de profesionales de tecnología. Sólo en Estados Unidos, hubo 1.4 millones de puestos relacionados a las ciencias de la tecnología vacantes en el 2020. El Bureau of Labour Statistics predice que está tendencia se acentuará en un 22% para el 2029.

Esta falta de talento específico representa una amenaza real para todo tipo de empresas. No solamente implica pérdidas económicas considerables sino que además impide el progreso y desarrollo de nuevas tecnologías y soluciones. ¿Cómo resolvemos este problema? Formando programadores.

Las academias de coding salvarán al mundo

Hasta hace relativamente poco, la única posibilidad para obtener una educación vinculada con la tecnología era una carrera de grado en ciencias de la computación. El gran problema es que para cuando habías obtenido tu título, gran parte de los contenidos ya eran obsoletos. Allí es donde entran las academias de coding.
Sin tanta estructura ni burocracia y enfocadas en el mercado laboral, estas academias son la respuesta natural a un déficit urgente. Ofrecen una propuesta académica variada, con productos intensivos como los bootcamps y cursos de hasta 2 años. El objetivo es formar programadores listos para comenzar a trabajar en cuanto termine su formación.

Para entender mejor este mundo fuimos directo a la fuente. Entrevistamos a Diego Bamonte,  Coordinador Académico LATAM en Digital House, una de las academias de programación más grandes de Latinoamérica. “Para nosotros ha sido una montaña rusa desde el primer momento. Digital House comenzó en el 2016 con dos cursos que se dictaban en una ex-fábrica en Buenos Aires y hoy tenemos más de 1000 empleados, presencia en todo el continente y una oferta académica con más de 9 programas. Si bien trabajamos para esto y nos ganamos cada uno de estos logros, también es una realidad que el sector está en alza”, comenta Diego.

El objetivo de las academias de coding es formar programadores listos para comenzar a trabajar en cuanto termine su formación


“Nosotros arrancamos con cursos cortos para que alguien que no tuviera idea de coding pudiera salir como programador junior a los siete, ocho meses. Los egresados de nuestras primeras ediciones hoy son programadores senior en empresas como Mercado Libre, Ualá o Santander. La programación hoy es uno de los pocos sectores con 100% de empleabilidad. Cualquier persona que sale de nuestros cursos tiene la posibilidad de empezar a trabajar al día siguiente, ya sea para clientes locales como del exterior.”

Las empresas de tecnología como aliadas

Frente a una falta de talento feroz, los primeros perjudicados son las empresas. Más allá de mejorar sus tácticas de incorporación de empleados y ofertas laborales, al haber un límite en la cantidad de programadores que existen siempre va a haber un faltante. Por lo tanto una de las estrategias que siguieron muchas empresas con grandes necesidades de talento IT fue involucrarse en la formación. 

“Con sólo un año de funcionamiento, ya comenzamos a trabajar con empresas para armar cursos a medida y formar a sus empleados. Nuestros profesores desarrollan programas específicos para incorporar conocimientos de programación y marketing digital en equipos de trabajo. También preparan a ejecutivos para que puedan manejar equipos de programadores, ya que para muchos es un área completamente desconocida. Inclusive ofrecemos bootcamps de 60 días para empleados nuevos” explica Diego.

“Desde Digital House nos enfocamos en tener contacto con las empresas para validar los programas de los cursos que ofrecemos. Si nuestros egresados no le sirven a la industria, nuestra propuesta pierde valor. Por eso ponemos mucho esfuerzo en mantener esa relación e inclusive acompañar a los alumnos, desde el Departamento de Graduados, para que consigan trabajo. También fuimos un paso más allá y desarrollamos programas en conjunto con Mercado Libre y Globant. Con ellos armamos una carrera de 2 años que se llama “Certified Tech Developer” que lanzamos a principios del 2021 y ya cuenta con 3000 alumnos inscriptos” cuenta el Coordinador Académico LATAM de Digital House.

“Este producto responde directamente a una necesidad de las empresas de encontrar talento semi-senior listo para trabajar. Este curso ofrece una formación completa, más integral que la de nuestros programas cortos pero sin llegar a demorar 4 o 5 años como una carrera de grado. Además, al desarrollarlo en conjunto con dos de las empresas de tecnología más grandes del continente, nos aseguramos ofrecer formación de calidad, real y tangible.”

Programadores latinoamericanos, clientes globales

Esta necesidad de profesionales de la tecnología no es única de los países más desarrollados, sino que es una tendencia global. Un programador puede trabajar para cualquier país del mundo siempre y cuando tenga una computadora y una conexión a internet. Al ser una línea de empleo 100% digital, las fronteras se disuelven y se presenta una oportunidad única para los países en vía de desarrollo. Alguien que se forma en Latinoamérica, puede estar trabajando y obteniendo ingresos en una moneda fuerte como el dólar en menos de un año. 

Un claro ejemplo de la oportunidad que representa para la región se ve en la India. Este país posee hoy uno de los hubs de IT más grandes del planeta. Esta industria ha crecido enormemente en los últimos 20 años en este país, tomando un rol protagónico en su economía. Según Nasscom, en 1998 la contribución del sector al PBI de India era del 1.2%, mientras que en el 2017 ya representaba el 7.7%. El país cuenta con 4.36 billones de empleados en este sector que en el 2019 generó 180 billones de dólares, más de la mitad de ellos provenientes de la exportación de servicios.

“Yo creo que sin dudas en Latinoamérica estamos a la altura de ofrecerle estos servicios al mundo. Tenemos una ventaja competitiva en cuanto a conocimiento frente a otras regiones y además somos “baratos” para los principales consumidores de estos servicios. Argentina supo ser el granero del mundo, yo creo que hoy tiene la posibilidad de convertirse en el departamento de IT del mundo”, proyecta Diego.

Un cambio de mentalidad

Para conocer otro enfoque dentro del sector también entrevistamos a Tomás Moreno, Product Owner de Crack The Code, una academia de coding para niños desde 5 años. “Uno de los cambios más profundos que tiene este tipo de formación en las personas es que dejan de ser usuarios de tecnología para convertirse en creadores. Más allá de que desarrollen una carrera en el sector, su manera de relacionarse con las computadoras cambia. Conocer la lógica y el funcionamiento detrás de una página web o una aplicación es una experiencia tremendamente empoderadora” explica Tomás.

“En los chicos este cambio se ve clarísimo. Ellos nacen en una era digital, entonces al entender cómo funciona, su rol se vuelve mucho más activo. Además, incorporar el pensamiento computacional tiene grandes beneficios en todos los aspectos de la vida. Implica poder idear y seguir pasos para cumplir un objetivo, ser ordenado y estructurar el pensamiento. Este mix de habilidades hace que aprender programación sea extremadamente útil, sin importar la carrera que elijas desarrollar”.

Los desafíos del sector

Más allá de que el futuro es brillante para la programación y las academias de coding, existen desafíos en el horizonte. Tanto Diego como Tomás nos ofrecieron su visión sobre los principales retos del sector.

“El mayor desafío que tenemos desde Digital House es lograr llegar a mucha más gente, sin perder calidad educativa. Frente a esta gran necesidad de profesionales, la demanda de nuestros cursos es cada vez mayor. Creemos que estamos a la altura del desafío y entendemos que la única manera de lograrlo es manteniendo el nivel de profesionales que formamos. Trabajamos con ese objetivo en mente todos los días” explica Diego.

“Yo creo que hay varios desafíos. En primer lugar existe una brecha entre las personas que no sólo manejan la tecnología sino que tienen desarrollado un pensamiento computacional y las que no. Esta ventaja que hoy ayuda a moverse con mayor facilidad en un mundo complejo, el día de mañana va a ser algo necesario. Uno de los grandes desafíos que tenemos como sector es acortar esa brecha y lograr que todos tengan un manejo de tecnología básico. Creo que este es un reto que hoy no nos tiene preocupados sino ocupados” comenta Tomás. “También es importante lograr que la tecnología no genere sospecha ni preocupación, sino que se la vea como la herramienta que es. La gran mayoría de los prejuicios o miedos surgen del desconocimiento. Por eso es tan esencial que nosotros que estamos vinculados con la educación, nos encarguemos de cambiar esa concepción”.

“Otro gran reto es inculcar buenos hábitos digitales. Frente al aumento del tiempo en pantalla, tanto de chicos como grandes, es importantísimo entender que, más allá del enorme valor que tiene el vínculo con la tecnología en la vida moderna, no es todo. Hay que analizar qué cosas que pasan delante de una pantalla nos aportan valor y cuáles es importante que pasen por otro lado” concluye Tomás.

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